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Círculo rojo minero: Eduardo Elsztain y un amigo de Clinton y Soros van por la plata de Salta

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Invirtió en El Quevar, una mina abandonada de este metal, pero con reservas comprobadas muy promisorias. Su socio es un canadiense millonario y multifacético.

Eduardo Elsztain, el magnate amigo de Javier Milei, invirtió u$s 3,5 millones y se asoció con el empresario canadiense Frank Giustra, amigo del expresidente estadounidense Bill Clinton y George Soros. El objetivo poner a producir el yacimiento de la puna salteña, El Quevar, uno de los tres más grandes depósitos de plata pura sin desarrollar de Argentina.Elsztain se quedó con el 12% de las acciones de la compañía Argenta Silver Corp y tiene una silla en el directorio con la adquisición de “5.200.000 warrants de compra de acciones a través de IFIS Ltd”, la empresa que preside y que tiene sede en las Islas Bermudas, un territorio de régimen impositivo laxo.

El millonario, que albergó a Milei en el Hotel Libertador durante los primeros dos meses de su mandato, apuesta fuerte a la minería. Ya es el accionista mayoritario de Austral Gold, que opera la mina de oro sanjuanina, Casposo; y de la australiana Challenger Gold, que explota el yacimiento aurífero Hualilán, también en San Juan.

Tiene inversiones en Chile y es dueño de las locomotoras empresarias IRSA (inmobiliaria), CRESUD (agronegocios) y el Banco Hipotecario.

Javier Milei y la resurrección minera

El gobierno de Milei también impulsa la minería: eliminó las retenciones a las exportaciones de oro y plata y creó el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) que brinda exenciones fiscales, impositivas y aduaneras a los proyectos nuevos de más de u$s 200 millones.

El gobernador de SaltaGustavo Sáenz apoyó el RIGI, pero también aprovechó su letra para subir hasta el 5% las regalías que le deben pagar las nuevas desarrolladoras mineras al erario provincial.

El yacimiento El Quevar está a nombre de la empresa Argenta Silver Corp que pertenece al Grupo Fiore, cuyo ceo es Giustra, el candiense de múltiples facetas: fundador del estudio Lions Gate Entertainment que produjo películas como American Psycho y la saga de Los Juegos del hambre. También fue productor ejecutivo de Blade Runner con el estudio Thunderbird y, además, tiene olivares en Italia.

Giustra es amigo de Clinton y también del magnate húngaro estadounidense Soros, con quién comparte su interés por la filantropía.

Soros es también una pieza clave en la fundación de la fortuna de Elsztain, al que le prestó u$s 10 millones para que inicie su camino en las inversiones inmobiliarias.

Eduardo Elsztain va por la plata

La información es el motor de la industria minera. El Quevar es considerada una Ferrari cubierta de tierra. Son 60 mil hectáreas de un complejo volcánico que contiene un depósito “indicado” de 45 millones de onzas de plata pura; eso identificado en apenas el 1% de su superficie.

Técnicos mineros infieren, además, que puede tener oro y cobre debido a que está ubicada en espejo con yacimientos muy ricos del lado chileno.

“Probablemente sea uno de los mejores proyectos en términos de infraestructura del país”, aseguró Joaquín Marías, el mendocino que es vicepresidente de exploración y desarrollo de Argenta Silver Corp y que fue quien le señaló a Giustra el potencial del proyecto.

El dato es que Giustra lo compró a u$s 3,5 millones y, según Marías, la infraestructura montada equivale a una inversión de entre u$s 60 millones y u$s 70 millones.

Ya tiene construido el campamento para 100 mineros, tiene un gasoducto a pocos kilómetros, una línea eléctrica, dos parques solares a menos de 20 kilómetros, un tendido de vías de ferrocarril, caminos abiertos y una ruta asfaltada hasta el lugar. Hay que entrar y encender el taladro.

Se fue la Barrick, llegan Elsztain y Giustra

La exploración de El Quevar fue realizada, entre 2008 y 2013, por la minera estadounidense Golden Minerals, que tenía de socia a la canadiense Barrick.

En 2013 abandonaron los trabajos. El año pasado se la vendieron a la petrolera Butte del Grupo Fiore, que después se transformó en Argenta Silver Corp y que opera en la Bolsa de Valores de Toronto. En Argentina la empresa tiene el nombre Silex Argentina.

Silex Argentina designó como geólogo para el proyecto El Quevar a Guillermo Peralta, el andinista sanjuanino que en 2001 se perdió 11 días en la cordillera y sobrevivió en una grieta de la montaña con dos litros de agua y una bolsa de pasas de uva hasta que lo rescataron.

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Milei le entregó a Bessent el plan económico y la campaña

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El término “salvataje” es un eufemismo técnico. La intervención es, de facto, una asunción de riesgo financiero por parte de Estados Unidos, por motivos geopolíticos.

Por Guillermo Michel para La Política On Line

Desde hace semanas, los anuncios sobre la economía argentina no se escriben en Buenos Aires sino en Washington. Scott Bessent, funcionario designado por la administración Trump, actúa como vocero de la calma y administrador del peso argentino. Su intervención trasciende la asistencia financiera: marca un punto de inflexión en la gestión actual, donde el gobierno nacional decidió correrse no solo de la política sino también de la gestión económica, entregándose a un funcionario norteamericano.

Los mensajes de Bessent en redes sociales tienen más impacto que cualquier comunicado del Banco Central o del Ministerio de Economía. Su declaración de que el Tesoro estadounidense está “preparado para tomar medidas excepcionales para proporcionar estabilidad a los mercados” funciona como un apoyo incondicional al peso argentino. Era el respaldo más grande que podía recibir en una situación crítica como la que atravesaba.

Pero el apoyo estadounidense nunca es gratis. No solo busca estabilizar el mercado: también sostiene, de manera indirecta, la campaña del oficialismo y, naturalmente, cobrará lo que le interesa. La lista es larga y, con seguridad, llegará la factura.

La estabilidad de mercado, así como la campaña electoral, hoy están en cabeza de Scott Bessent y Donald Trump, convertidos en los dos pilares de una carrera electoral que el gobierno delegó en la Casa Blanca. Las declaraciones de apoyo “irrestricto” de la administración Trump y la intervención directa del Tesoro americano son, en los hechos, la única campaña del oficialismo. No hay nada más.

Bessent habla más -y mejor- de la economía argentina que el propio equipo económico. Sus apariciones superan a las del presidente, y en materia de campaña se ha convertido en el principal vocero de la gestión.

La intervención de Estados Unidos no es solo un estabilizador económico; también es un distractor narrativo. Domina los medios y desplaza otras acusaciones a un segundo plano, con la esperanza de que ese blindaje mediático también alcance a lo electoral.

El origen de esta nueva ronda de préstamos de urgencia está en la desesperación financiera de un programa económico exhausto. El colapso del régimen cambiario era inminente y el fracaso rotundo del programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) empujó al gobierno a canjear gestión económica y electoral por unas semanas de calma de mercado.

Los síntomas del fracaso comenzaron cuando el Fondo priorizó el desembolso político sobre el cumplimiento técnico del programa. Parece prehistoria, pero los acuerdos con el FMI son cada vez peores. En el caso de Milei, el programa se firmó en marzo y, en agosto, ya había sido oficialmente abandonado con un tuit del ministro Caputo.

A pesar de los incumplimientos cambiarios y monetarios -reconocidos por el propio Fondo, que admitió una desviación de USD 3.600 millones en la meta de acumulación de reservas netas-, el organismo desembolsó USD 14.000 millones (12.000 millones en abril y otros 2.000 millones en agosto), equivalentes al 70% del programa total. Como corolario, el FMI flexibilizó sus condiciones de manera humillante: suspendió las revisiones de 2025, pospuso la acumulación de reservas hasta 2026 y difirió las metas originales hasta 2027.

La tensión cambiaria que vivimos desde hace más de un mes tiene entonces su raíz en ese mal diseño, no en la incertidumbre electoral. La narrativa oficial que culpa a la política es insostenible cuando el Banco Central mantiene reservas netas al mismo nivel que al inicio de la gestión, los dólares líquidos son prestados y la autoridad monetaria no logra conciliar baja de inflación con acumulación de reservas.

La caída de reservas -incluso después del préstamo de abril- precedió a las elecciones bonaerenses, y difícilmente se revierta tras el 26 de octubre. Si no hubieran aparecido los tuits de Bessent, hoy estaríamos viendo cómo el gobierno intenta contener una corrida cambiaria.

El salvataje de Estados Unidos fue la respuesta de última hora al colapso de un programa moribundo. Los USD 20.000 millones del acuerdo de abril fueron un fracaso anunciado. Hoy solo vemos sus consecuencias y esperamos los detalles del nuevo entendimiento que, por tercera vez en un año, promete “un puente” hacia un destino incierto.

El gobierno argentino ya demostró su falta de compromiso cuando, poco después del anuncio, el presidente modificó el programa y el ministro de Economía lo dio por muerto públicamente. Veremos si con el Tesoro americano la suerte es distinta, tras esta rendición incondicional que parece haber hecho nuestro primer mandatario.

El término “salvataje” es un eufemismo técnico. La intervención es, de facto, una asunción de riesgo financiero por parte de Estados Unidos, motivada tanto por intereses geopolíticos como por la conveniencia de apuntalar a un gobierno afín en un momento electoral sensible. No es difícil imaginar que Washington no habría hecho lo mismo por Brasil con Lula en el poder.

El uso del Exchange Stabilization Fund (ESF) en Argentina sienta un precedente peligroso para la diplomacia del dólar: convierte una herramienta técnica de estabilización en un instrumento de política exterior.

Aquí estamos: esperando ayuda, con una campaña dirigida desde Washington y un gobierno que ruega que los anuncios alcancen para que las bandas cambiarias sobrevivan unas semanas más. La pregunta abierta es cuánto tiempo más puede sostenerse un esquema que, en apenas cuatro meses, transitó una depreciación del 30%, ventas de reservas, intervención en el dólar futuro y la restitución del cepo para la compra de dólares por parte de personas físicas. Nada de eso alcanzó y ahora necesitamos al fabricante de dólares como garante para llegar a las elecciones. 

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