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Desguace: El Gobierno avanzaría contra el INTA, el INTI y otros entes vinculados al agro
Publicado
hace 8 mesesel

En el marco del “decreto 70” -versión 2025- que prepara el Gobierno sobre fusiones y eliminación de organismos, varios de los entes ligados al campo quedarían bajo ese proceso. Aunque a nivel oficial hay un fuerte hermetismo, según pudo saber este medio el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) podría entrar en una fusión con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Fuentes consultadas hablan desde una fusión total a una fusión en ciertas áreas. La denominación 70 del decreto alude al megadecreto 70 de 2023 con el cual el presidente Javier Milei inauguró su gestión.
El tema estuvo en la mesa de reunión ayer entre el ministro de Economía, Luis Caputo; su secretario de Agricultura, Sergio Iraeta; el director de ARCA, Juan Pazo, y la Mesa de Enlace. Cuando los ruralistas, que fueron a hablar por las retenciones, preguntaron por este tema, los funcionarios deslizaron que la cuestión estaba bajo análisis. Sin más precisiones explicaron que si hay algún tema que INTA e INTI investigan a la vez, en función de la relevancia puede quedar para uno solo el trabajo de investigación con la fusión de áreas. Solo se habló del INTA y el mensaje de los funcionarios buscó ser tranquilizador, destacó el diario La Nación.
En las últimas horas se sumaron trascendidos de que, junto con el INTA y el INTI también habría una fusión con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) para dar paso a un megaorganismo: el Instituto Nacional de Convergencia Tecnológica y Desarrollo Estratégico. Incluso por diversos ámbitos circuló un borrador con los objetivos del ente para los próximos años.
En el caso del INTA, en lo que va del gobierno de Javier Milei hubo retiros voluntarios y se acaba de rematar, tras una subasta que se condujo desde la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), un edificio del organismo en la calle Cerviño 3101/67, en pleno barrio de Palermo a metros de la avenida del Libertador. Lo compró la firma Julián Álvarez 1986 SRL tras ofrecer US$18,5 millones. El proceso no estuvo exento del rechazo del gremio del INTA y de la advertencia de un fiscal. En rigor, Sergio Leonardo Rodríguez, fiscal Nacional de Investigaciones Administrativas del Ministerio Público Fiscal, horas antes de la subasta reportó irregularidades y habló de una “llamativa premura” para llevar adelante la venta.
El INTA fue creado el 4 de diciembre de 1956 por medio del decreto ley 21.680/56. Vale recordar que la Ley Bases le dio facultades al presidente Milei para fusionar o eliminar entes. En el INTA, para tener en cuenta, hay un Consejo Directivo donde las entidades del agro tienen voto y es el máximo órgano de decisiones.
Más casos
Según trascendió, otros organismos están en la lupa del Gobierno. Se trata del Instituto Nacional de Semillas (Inase), el Instituto Nacional de la Yerba Mate y el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Hay insisten versiones de que la motosierra pasará sobre ellos y hay chances de una eliminación directa o una transformación muy profunda. Algunos anotan en esa lista al Instituto Nacional de Desarrollo Pesquero.
“¿Y quién va a seguir haciendo tareas que son imprescindibles?”, se preguntaba una fuente, en diálogo con el diario La Nación, muy al tanto de los movimientos del Gobierno y su análisis sobre los respectivos organismos.
En el caso del Inase, por ejemplo, que funciona de manera descentralizada de la Secretaría de Agricultura, se encarga de registros de variedades, aprobaciones y fiscalizaciones, entre muchas tareas. Tiene servicios arancelados para la industria semillera que le aportan recursos propios.
La industria semillera, vale recordar, ha venido bregando en los últimos años por un fortalecimiento del organismo y una nueva ley de protección de la propiedad intelectual en autógamas como soja y trigo. Para las fuentes consultadas, si el Gobierno termina de avanzar sobre este ente de algún modo sus funciones deberían seguir en marcha por el área que se designe.
En cuanto al vinculado a la yerba mate, que nació en 2001 tras un reclamo de productores por los bajos precios cobrados, vale recordar que el gobierno de Milei le vació apenas asumió una potestad clave: le sacó el rol de fijar precios para la materia prima. Hoy los productores misioneros, por ejemplo, están reclamando que cobran precios muy por debajo a lo que recibían antes de la intervención oficial mientras sus costos subieron.

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Nacionales
Milei le entregó a Bessent el plan económico y la campaña
Publicado
hace 11 horasel
11 de octubre de 2025
El término “salvataje” es un eufemismo técnico. La intervención es, de facto, una asunción de riesgo financiero por parte de Estados Unidos, por motivos geopolíticos.
Por Guillermo Michel para La Política On Line
Desde hace semanas, los anuncios sobre la economía argentina no se escriben en Buenos Aires sino en Washington. Scott Bessent, funcionario designado por la administración Trump, actúa como vocero de la calma y administrador del peso argentino. Su intervención trasciende la asistencia financiera: marca un punto de inflexión en la gestión actual, donde el gobierno nacional decidió correrse no solo de la política sino también de la gestión económica, entregándose a un funcionario norteamericano.
Los mensajes de Bessent en redes sociales tienen más impacto que cualquier comunicado del Banco Central o del Ministerio de Economía. Su declaración de que el Tesoro estadounidense está “preparado para tomar medidas excepcionales para proporcionar estabilidad a los mercados” funciona como un apoyo incondicional al peso argentino. Era el respaldo más grande que podía recibir en una situación crítica como la que atravesaba.
Pero el apoyo estadounidense nunca es gratis. No solo busca estabilizar el mercado: también sostiene, de manera indirecta, la campaña del oficialismo y, naturalmente, cobrará lo que le interesa. La lista es larga y, con seguridad, llegará la factura.
La estabilidad de mercado, así como la campaña electoral, hoy están en cabeza de Scott Bessent y Donald Trump, convertidos en los dos pilares de una carrera electoral que el gobierno delegó en la Casa Blanca. Las declaraciones de apoyo “irrestricto” de la administración Trump y la intervención directa del Tesoro americano son, en los hechos, la única campaña del oficialismo. No hay nada más.
Bessent habla más -y mejor- de la economía argentina que el propio equipo económico. Sus apariciones superan a las del presidente, y en materia de campaña se ha convertido en el principal vocero de la gestión.
La intervención de Estados Unidos no es solo un estabilizador económico; también es un distractor narrativo. Domina los medios y desplaza otras acusaciones a un segundo plano, con la esperanza de que ese blindaje mediático también alcance a lo electoral.
El origen de esta nueva ronda de préstamos de urgencia está en la desesperación financiera de un programa económico exhausto. El colapso del régimen cambiario era inminente y el fracaso rotundo del programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) empujó al gobierno a canjear gestión económica y electoral por unas semanas de calma de mercado.
Los síntomas del fracaso comenzaron cuando el Fondo priorizó el desembolso político sobre el cumplimiento técnico del programa. Parece prehistoria, pero los acuerdos con el FMI son cada vez peores. En el caso de Milei, el programa se firmó en marzo y, en agosto, ya había sido oficialmente abandonado con un tuit del ministro Caputo.
A pesar de los incumplimientos cambiarios y monetarios -reconocidos por el propio Fondo, que admitió una desviación de USD 3.600 millones en la meta de acumulación de reservas netas-, el organismo desembolsó USD 14.000 millones (12.000 millones en abril y otros 2.000 millones en agosto), equivalentes al 70% del programa total. Como corolario, el FMI flexibilizó sus condiciones de manera humillante: suspendió las revisiones de 2025, pospuso la acumulación de reservas hasta 2026 y difirió las metas originales hasta 2027.
La tensión cambiaria que vivimos desde hace más de un mes tiene entonces su raíz en ese mal diseño, no en la incertidumbre electoral. La narrativa oficial que culpa a la política es insostenible cuando el Banco Central mantiene reservas netas al mismo nivel que al inicio de la gestión, los dólares líquidos son prestados y la autoridad monetaria no logra conciliar baja de inflación con acumulación de reservas.
La caída de reservas -incluso después del préstamo de abril- precedió a las elecciones bonaerenses, y difícilmente se revierta tras el 26 de octubre. Si no hubieran aparecido los tuits de Bessent, hoy estaríamos viendo cómo el gobierno intenta contener una corrida cambiaria.
El salvataje de Estados Unidos fue la respuesta de última hora al colapso de un programa moribundo. Los USD 20.000 millones del acuerdo de abril fueron un fracaso anunciado. Hoy solo vemos sus consecuencias y esperamos los detalles del nuevo entendimiento que, por tercera vez en un año, promete “un puente” hacia un destino incierto.
El gobierno argentino ya demostró su falta de compromiso cuando, poco después del anuncio, el presidente modificó el programa y el ministro de Economía lo dio por muerto públicamente. Veremos si con el Tesoro americano la suerte es distinta, tras esta rendición incondicional que parece haber hecho nuestro primer mandatario.
El término “salvataje” es un eufemismo técnico. La intervención es, de facto, una asunción de riesgo financiero por parte de Estados Unidos, motivada tanto por intereses geopolíticos como por la conveniencia de apuntalar a un gobierno afín en un momento electoral sensible. No es difícil imaginar que Washington no habría hecho lo mismo por Brasil con Lula en el poder.
El uso del Exchange Stabilization Fund (ESF) en Argentina sienta un precedente peligroso para la diplomacia del dólar: convierte una herramienta técnica de estabilización en un instrumento de política exterior.
Aquí estamos: esperando ayuda, con una campaña dirigida desde Washington y un gobierno que ruega que los anuncios alcancen para que las bandas cambiarias sobrevivan unas semanas más. La pregunta abierta es cuánto tiempo más puede sostenerse un esquema que, en apenas cuatro meses, transitó una depreciación del 30%, ventas de reservas, intervención en el dólar futuro y la restitución del cepo para la compra de dólares por parte de personas físicas. Nada de eso alcanzó y ahora necesitamos al fabricante de dólares como garante para llegar a las elecciones.


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