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El Banco Nación avanza en el proceso para convertirse en una sociedad anónima

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Su perfomance activa en el otorgamiento de préstamos – por el equivalente a u$s 1.700 millones a empresas y familias de todo el país y en los primeros 9 meses del año- se interpreta como un paso importante para avanzar en el proceso para que el Banco Nación pase a ser una sociedad anónima.

En agosto de este año, el Banco Nación otorgó créditos por el equivalente a u$s 1.700 millones a empresas y familias de todo el país y en los primeros 9 meses del año ya se otorgaron por un monto de más de u$s 9 mil millones.

Esta cifra, considerada un récord, significó que el Banco Nación crezca en su participación alcanzando el 15% del mercado en comparación con el resto de los bancos que integran el sistema financiero.

Estos resultados, medidos en pesos, implican un 635% de aumento respecto de agosto de 2023. El destino de estos fondos fueron para “estimular la actividad económica en las Mi Pymes, grandes empresas y las familias, y profundizar los niveles de consumo de bienes y servicios del segmento ”individuos”, señalan fuentes oficiales.

Esta perfomance, tan activa en el otorgamiento de préstamos, se interpreta como un paso importante para avanzar en el proceso para que el Banco Nación pase a ser una sociedad anónima.

En este sentido, el presidente del Banco Nación, Daniel Tillard, aseveró que “para que el BNA pueda sostener el crecimiento de los créditos es imprescindible la transformación de nuestra entidad en sociedad anónima, tal cual establece la Ley de Bases. La mayor transparencia y eficiencia que ganará el banco redundará en la multiplicación de la oferta de créditos”.

También manifestó que “sería muy favorable que el resto de los bancos se sumen a las iniciativas de crédito que impulsa el BNA. La promesa de inflación cero tiene que venir acompañada del crecimiento de los créditos a favor de las pymes y las familias argentinas”.

Del monto total otorgado en agosto, el banco destinó más de u$s140 millones para financiar acciones vinculadas al comercio exterior, con lo cual facilitó las operaciones de importación y exportación de insumos para la industria, así como el acceso al consumo de otros bienes y servicios para el disfrute de los argentinos.

Los datos desagregados -en moneda nacional- reflejan que en agosto se destinaron $1,46 billones para financiar inversiones y capital de trabajo en favor de mipymes y grandes empresas de todo el país.

Además, el Banco Nación otorgó a las familias más de $260 mil millones a través de préstamos personales para consumo de bienes y servicios, y otros múltiples destinos.

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Un informe explica por qué la ropa argentina está entre la más cara del mundo

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Según Fundar, desde 2002 el precio de la indumentaria en Argentina se movió a contramano de lo que ocurrió en el resto de los países. Una canasta de prendas cuesta casi 40% más que el promedio regional.

Desde la salida de la convertibilidad, el precio de la ropa en Argentina aumentó un 32% por encima de la inflación general, mientras que en el resto del mundo ocurrió exactamente lo contrario, ya que la indumentaria se abarató en la misma proporción respecto de los otros bienes y servicios de la economía. Consecuencia de ello, actualmente, una canasta de prendas cuesta casi un 40% más en comparación con el promedio de los países de la región, producto, no sólo de la presión impositiva, sino también de un combo de factores, como el marcado proteccionismo, la constante inestabilidad cambiaria y macroeconómica local, y una caída de la productividad.

Así lo reflejo un informe de Fundar, publicado esta semana, y elaborado en base al relevamiento de 390.000 precios de las 33 prendas de vestir más importantes de las 77 que se consumen en Argentina. Exhibió una notoria divergencia, a partir de 2002, entre la dinámica del precio de la ropa a nivel local y la tendencia global, e identificó cuatro causas principales que explicaron este fenómeno.

El trabajo en cuestión refleja que, pese a que gran parte de los industriales textiles argentinos aseguran que los precios son elevados por los impuestos, hay claramente otros factores que inciden en esta dinámica.

El primer factor resaltado fue la barrera a la importación. “Argentina tenía aranceles a la ropa parecidos a la media mundial en los ‘90. Mientras en los 2000′ bajaron en el mundo, acá subieron. Hoy el arancel promedio es 33% (de los más altos del mundo), y en el resto de los países es del 8,5%”, profundizó al respecto Daniel Schteingart, director de Planificación Productiva en Fundar y uno de los autores del informe.

El segundo elemento mencionado fueron los tributos a las importaciones, como el Impuesto PAIS y la tasa estadística, así como otras políticas para-arancelarias que dificultaron la compra de productos desde el exterior.

En tercer lugar, se destacó el rol de la incertidumbre macroeconómica que, según la evidencia histórica, impacta más sobre el precio de los bienes que sobre los servicios.

Asimismo, la última causa está vinculada con la inestabilidad cambiaria, debido a que cada vez que aumentó el tipo de cambio real o la brecha entre el dólar oficial y los paralelos, el valor de los bienes trepó por encima del Índice de Precios al Consumidor (IPC) general.

Por otra parte, el trabajo de Fundar señaló también factores secundarios, atados a los cuatro principales mencionados previamente. Entre ellos aparecieron los aumentos en los impuestos a la producción que, según la organización dedicada al estudio, investigación y diseño de políticas públicas, pudieron ser trasladados a precios por la existencia de trabas a las importaciones, o el descenso en la productividad de la industria textil-indumentaria, derivado de la inestabilidad macro.

Este combo generó que, a datos de abril de 2024, una canasta de ropa cueste un 35% más que en la región, evaluada al tipo de cambio oficial, y un 16% más medida al dólar MEP. Debido a que desde entonces el oficial aumentó por debajo de la inflación, es esperable que ese 35% haya aumentado.

A raíz del incremento en el precio relativo de la indumentaria, Fundar remarcó también que hoy una prenda de vestir en Argentina compra un 94% más de bienes y servicios respecto de lo que adquiere una prenda en Estados Unidos. En otras palabras: una persona que decide ahorrarse el gasto en vestimenta en Argentina puede adquirir casi el doble de bienes y servicios, que una persona que decide no comprar ropa en el país norteamericano.

Para tomar dimensión de la magnitud del número, en Brasil esa relación es del 48%, en México es del 36%, en Chile del 25% y en Uruguay del 14%. Esto explica por qué los argentinos consumen un 22% menos de ropa que el resto de los latinoamericanos, pese a que consumen un 40% más de bienes en términos generales.

Pese a que el estado de situación general indica que la ropa es notoriamente más cara en Argentina que en otros territorios, el informe señaló algunos segmentos en los cuales se verifica lo contrario.

En efecto, los precios locales son relativamente más caros en tejidos planos, indumentaria de alta gama y productos de marca, llegando en este último caso a ser un 62% más elevados que en la región.

Por el contrario, la ropa para niños es más barata que en otros países latinoamericanos y los tejidos de punto son solo un 14% más caros.

En ese sentido, el economista Gustavo Ludmer, otro de los autores del informe, destacó que 14 de las 33 prendas relevadas son más baratas fronteras adentro. “¿Qué tienen en común las prendas que acá están más baratas? En su gran mayoría son fabricadas con tejidos de punto. La industria textil-indumentaria argentina está más especializada en este tipo de productos, con lo cual su producción resulta más competitiva hoy”, acotó.

En ese sentido, el especialista en el sector textil explicó que el hecho de que la canasta en su conjunto sea relativamente más costosa responde a que muchos productos con un fuerte peso en las canastas de consumo, como camperas de mujer, tienen efectivamente un elevado valor monetario.

“Argentina tiene nula (o muy poca) capacidad de fabricación local de algunos artículos. Y es allí, en general, donde se verifican los mayores sobreprecios y donde casi toda la demanda local es abastecida por importaciones, tanto por Aduana como por contrabando o valijas de turistas. Entonces surge la pregunta: ¿tiene sentido tener altos aranceles a la importación donde no hay producción local? ¿no conviene poner el foco de la política en los artículos competitivos?“, expresó Ludmer.

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