Nacionales
El hombre de Caputo en la Hidrovía acusó a Macri y Nicolás Pino de armar un complot para tumbar la licitación
Publicado
hace 8 mesesel

Iñaki Arreseygor hizo una explosiva denuncia en Diputados. También mencionó como parte del complot a Dietrich y sus ex funcionarios Metz y Deleersnyder, el diario La Nación y el abogado Cassagne.

El más alto funcionario nacional en el área de Puertos y Vías Navegables acusó en el Congreso a Mauricio Macri y Guillermo Dietrich de ser los actores centrales del lobby que, a su juicio, hizo caer la licitación para adjudicar la explotación de la Hidrovía.
La imputación de sabotaje fue señalada por Iñaki Arreseygor, director ejecutivo de la Agencia Nacional de Puertos y Vías de Navegación, en una reunión ante la Comisión de Transporte de la Cámara de Diputados de la Nación. Allí le puso nombre a lo que los libertarios habían señalado de manera no oficial durante largo tiempo: dijo que el ex presidente y su ministro de Transporte fueron los actores centrales para voltear el trámite licitatorio.
“Miembros de la política y empresarios se coordinaron para hacer que este proceso licitatorio se cayera. Un trabajo y una coordinación perfecta de estos actores que no tenían ningún interés en que esto saliera adelante y que lo único que les interesaba era voltear este procedimiento para que llegado el caso de que estos actores volvieran a una función ejecutiva pudieran terminar asignando este contrato para un lado o para el otro”, dijo Arreseygor.
“Lamentablemente vimos lo peor de la política, lo peor de la casta, lo peor de la rosca en Argentina”, continuó el funcionario. La gran novedad es que cuando le pidieron los nombres de quienes se complotaron para tumbar la licitación no vaciló en darlos. “Me toca devolver las cortesías: el ex ministro Dietrich, por supuesto el ex presidente Mauricio Macri. El diario La Nación nos destinó columnas todos los domingos para operar este procedimiento. Estudios de abogados que uno siempre ha supuesto que velaban por la objetividad de los temas, como el estudio Cassagne, con Ezequiel Cassagne a la cabeza dirigiendo esa ofensiva. Y diputados a los que no veo sentados acá”.
Más adelante, también mencionó al presidente de la Sociedad Rural, Nicolás Pino, que como reveló LPO le llevó el tema directamente a Milei, lo que enfureció a Santiago Caputo. “Vamos a avanzar con las investigaciones para terminar de validar lo que hoy por tenemos como presunción o comentario de distintos actores que piden reserva: de que el ex ministro Dietrich, sus ex funcionarios (Jorge) Metz, (Gustavo) Deleersnyder, el presidente de la Sociedad Rural Nicolás Pino, el abogado Ezequiel Cassagne, estuvieron involucrados en el sabotaje de esta licitación”, afirmó Arreseygor.
Hace diez días el gobierno había dado de baja a la licitación de la hidrovía cuando solamente una empresa realizó ofertas para quedarse con el dragado, balizamiento y gestión del canal navegable. En esa situación también reclamó que se investigara a la única participante por posible presión a sus competidoras. Macri y su entorno impulsaban a la empresa Boskalis, de Países Bajos, que finalmente no se presentó.
El día que el gobierno dio de baja el concurso el vocero Manuel Adorni habló, aunque sin mencionar a nadie, de que había existido una conspiración contra el proceso. “Durante el procedimiento sectores de la política, medios y empresarios hicieron un fuerte lobby en favor de sus propios intereses y le demandaron al gobierno que baje los estándares técnicos del pliego solo por beneficio propio. Se nos acusó de negocios incompatibles y de corrupción falsamente”, sostuvo.
En la reunión de la Comisión de Transportes Arreseygor habló frente a los legisladores Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica), Nicolás Massot (Encuentro Federal), Germán Martínez (Unión por la Patria), Germana Figueroa Casas (PRO), Cristián Castillo (FIT) y Gabriel Bornorini (LLA).
“La ruta por donde sale el 80% de nuestro comercio exterior no puede ser negociada ni usada para que nadie venga a improvisar, necesitamos lo mejor de lo mejor y eso es lo que se plasmó en los pliegos”, sostuvo Arreseygor.
En la licitación caída la empresa belga Deme, la que venía denunciando que el gobierno direccionaba el proceso hacia la actual concesionaria Jan de Nul que no se presentó, fue la única que elevó oferta.
La Política Online
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Nacionales
Milei le entregó a Bessent el plan económico y la campaña
Publicado
hace 6 horasel
11 de octubre de 2025
El término “salvataje” es un eufemismo técnico. La intervención es, de facto, una asunción de riesgo financiero por parte de Estados Unidos, por motivos geopolíticos.
Por Guillermo Michel para La Política On Line
Desde hace semanas, los anuncios sobre la economía argentina no se escriben en Buenos Aires sino en Washington. Scott Bessent, funcionario designado por la administración Trump, actúa como vocero de la calma y administrador del peso argentino. Su intervención trasciende la asistencia financiera: marca un punto de inflexión en la gestión actual, donde el gobierno nacional decidió correrse no solo de la política sino también de la gestión económica, entregándose a un funcionario norteamericano.
Los mensajes de Bessent en redes sociales tienen más impacto que cualquier comunicado del Banco Central o del Ministerio de Economía. Su declaración de que el Tesoro estadounidense está “preparado para tomar medidas excepcionales para proporcionar estabilidad a los mercados” funciona como un apoyo incondicional al peso argentino. Era el respaldo más grande que podía recibir en una situación crítica como la que atravesaba.
Pero el apoyo estadounidense nunca es gratis. No solo busca estabilizar el mercado: también sostiene, de manera indirecta, la campaña del oficialismo y, naturalmente, cobrará lo que le interesa. La lista es larga y, con seguridad, llegará la factura.
La estabilidad de mercado, así como la campaña electoral, hoy están en cabeza de Scott Bessent y Donald Trump, convertidos en los dos pilares de una carrera electoral que el gobierno delegó en la Casa Blanca. Las declaraciones de apoyo “irrestricto” de la administración Trump y la intervención directa del Tesoro americano son, en los hechos, la única campaña del oficialismo. No hay nada más.
Bessent habla más -y mejor- de la economía argentina que el propio equipo económico. Sus apariciones superan a las del presidente, y en materia de campaña se ha convertido en el principal vocero de la gestión.
La intervención de Estados Unidos no es solo un estabilizador económico; también es un distractor narrativo. Domina los medios y desplaza otras acusaciones a un segundo plano, con la esperanza de que ese blindaje mediático también alcance a lo electoral.
El origen de esta nueva ronda de préstamos de urgencia está en la desesperación financiera de un programa económico exhausto. El colapso del régimen cambiario era inminente y el fracaso rotundo del programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) empujó al gobierno a canjear gestión económica y electoral por unas semanas de calma de mercado.
Los síntomas del fracaso comenzaron cuando el Fondo priorizó el desembolso político sobre el cumplimiento técnico del programa. Parece prehistoria, pero los acuerdos con el FMI son cada vez peores. En el caso de Milei, el programa se firmó en marzo y, en agosto, ya había sido oficialmente abandonado con un tuit del ministro Caputo.
A pesar de los incumplimientos cambiarios y monetarios -reconocidos por el propio Fondo, que admitió una desviación de USD 3.600 millones en la meta de acumulación de reservas netas-, el organismo desembolsó USD 14.000 millones (12.000 millones en abril y otros 2.000 millones en agosto), equivalentes al 70% del programa total. Como corolario, el FMI flexibilizó sus condiciones de manera humillante: suspendió las revisiones de 2025, pospuso la acumulación de reservas hasta 2026 y difirió las metas originales hasta 2027.
La tensión cambiaria que vivimos desde hace más de un mes tiene entonces su raíz en ese mal diseño, no en la incertidumbre electoral. La narrativa oficial que culpa a la política es insostenible cuando el Banco Central mantiene reservas netas al mismo nivel que al inicio de la gestión, los dólares líquidos son prestados y la autoridad monetaria no logra conciliar baja de inflación con acumulación de reservas.
La caída de reservas -incluso después del préstamo de abril- precedió a las elecciones bonaerenses, y difícilmente se revierta tras el 26 de octubre. Si no hubieran aparecido los tuits de Bessent, hoy estaríamos viendo cómo el gobierno intenta contener una corrida cambiaria.
El salvataje de Estados Unidos fue la respuesta de última hora al colapso de un programa moribundo. Los USD 20.000 millones del acuerdo de abril fueron un fracaso anunciado. Hoy solo vemos sus consecuencias y esperamos los detalles del nuevo entendimiento que, por tercera vez en un año, promete “un puente” hacia un destino incierto.
El gobierno argentino ya demostró su falta de compromiso cuando, poco después del anuncio, el presidente modificó el programa y el ministro de Economía lo dio por muerto públicamente. Veremos si con el Tesoro americano la suerte es distinta, tras esta rendición incondicional que parece haber hecho nuestro primer mandatario.
El término “salvataje” es un eufemismo técnico. La intervención es, de facto, una asunción de riesgo financiero por parte de Estados Unidos, motivada tanto por intereses geopolíticos como por la conveniencia de apuntalar a un gobierno afín en un momento electoral sensible. No es difícil imaginar que Washington no habría hecho lo mismo por Brasil con Lula en el poder.
El uso del Exchange Stabilization Fund (ESF) en Argentina sienta un precedente peligroso para la diplomacia del dólar: convierte una herramienta técnica de estabilización en un instrumento de política exterior.
Aquí estamos: esperando ayuda, con una campaña dirigida desde Washington y un gobierno que ruega que los anuncios alcancen para que las bandas cambiarias sobrevivan unas semanas más. La pregunta abierta es cuánto tiempo más puede sostenerse un esquema que, en apenas cuatro meses, transitó una depreciación del 30%, ventas de reservas, intervención en el dólar futuro y la restitución del cepo para la compra de dólares por parte de personas físicas. Nada de eso alcanzó y ahora necesitamos al fabricante de dólares como garante para llegar a las elecciones.


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