Nacionales
En otra dura sesión para el gobierno, el Senado volteó cinco decretos de Sturzenegger
Publicado
hace 2 mesesel

Sin instrucciones de Casa Rosada, los libertarios tienen dificultades para frenar a Mayans.
Los senadores voltearon este jueves, a las 17:55, los decretos delegados de Javier Milei por una abrumadora mayoría. Tras cuatro horas de exposiciones, la oposición consiguió enterrar el que afectaba al INTI e INTA por 60 votos contra 9, el que desguazaba los organismos de cultura por 57 a 13, el de la transformación del Banco Nacional de Datos Genéticos por 58 a 12 y el régimen de excepción de la Marina Mercante por 55 a 13.
Esa avalancha de voluntades contra la Casa Rosada confirmó la mezcla de pánico y resignación de los funcionarios del gobierno, que dejó a la bancada libertaria en la Cámara Alta sin instrucciones, casi en orfandad, destacó La Política On Line.
El peronista José Mayans ensayó un discurso de cierre, previo a la impugnación de los decretos, pivoteando entre las extravagancias de Milei y el desaguisado financiero de las políticas que instrumentan Luis Toto Caputo y Federico Sturzenegger. “Dicen que Sturzenegger lo fue a ver y, cuando le dijo lo que iba hacer, (Milei) entró en éxtasis, una cosa increíble”, dijo.
Pero después de tildar de “corrupto” al Presidente por la divulgación de los audios de Diego Spagnuolo blanqueando un esquema de coimas, adelantó los planes de su fuerza política en el Congreso: “acá dejan el arco libre y le vamos a meter todos los goles juntos, porque estamos decididos a hacer lo que tengamos que hacer contra este corrupto presidente”, indicó.
Según el vicepresidente del PJ nacional, “tiene que sesionar todas las semanas el Congreso”. Esa consigna estremece al entorno del primer mandario, que había imaginado hasta hace una semana que podía mantener cerrado el Senado hasta después de las elecciones de octubre.
Ajena a esas especulaciones, Victoria Villarruel entró este jueves al recinto a las 11:15 y, como el quórum ya estaba sobrado, dio arranque a la sesión con una frase escueta: “Identifíquense en sus bancas”, lanzó desde el estrado. “Estábamos en un cumple”, confesó un senador que casi se sobresaltó con la irrupción de la Vicepresidenta.

Lejos del nerviosismo habitual para conseguir el número necesario de legisladores, líder del interbloque UP descansaba sobre la tranquilidad de haber mostrado sus cartas en la reunión de Labor Parlamentaria de este miércoles. “Tenemos dos tercios, ustedes eligen si abrimos el recinto y tratamos estos temas o nosotros juntamos el número cada semana de acá a diciembre para sacar leyes”, habría sido la amenaza del formoseño.
Este lunes, el peronismo estaba decidido a empujar el tratamiento de los proyectos de emergencia pediátrica por el Garrahan y el aumento para las universidades, cuyos dictámenes alcanzó en plenarios de comisiones recién al día siguiente.
Dos senadores radicales y una aliada habían alertado al oficialismo que, si no convocaban siquiera a una reunión de presidentes de bloque y Mayans pedía la sesión con ese temario, darían quórum. Por eso, el secretario parlamentario, Agustín Giustinian, terminó llamando a una reunión de Labor Parlamentaria para este miércoles, bajo instrucciones de Villarruel.El objetivo de los libertarios y los senadores colaborativos era descomprimir la presión del interbloque de UP y lograr que la Vicepresidenta emitiera un decreto de convocatoria a sesión para el 27 de agosto, al filo del inicio de la campaña electoral para octubre y un día antes que cierre la de los comicios correntinos por la gobernación. “Nosotros queremos tratar esos temas pero no queremos que el peronismo nos lleve de las narices”, comentó a LPO una senadora de Las Provincias Unidas, la bancada de Carlos “Camau” Espínola.
El cálculo les habría salido mal. Nada menos que el presidente del bloque de la UCR, Eduardo Vischi, y su colega Mercedes Valenzuela, además del regatista Espínola, no estarían en Buenos Aires.

Pero incluso avisó que tampoco sería de la partida el chaqueño Víctor Zimmermann, a quien lo escucharon manifestar su disconformidad con la ferocidad de Lule Menem y Karina Milei por la boleta de su provincia.
Frente al vacío, Mayans aceleró a fondo y los radicales y los aliados sueltos terminaron cediendo. “No me llamó el gobernador ni me llamaron los libertarios”, confesó una legisladora que se mueve entre dos aguas y decidió suspender el vuelo de regreso a su provincia.
Acaso para pasar el mal trago, fuentes de La Libertad Avanza confiaban en que no hubiera sesiones de acá a diciembre, después de la de este jueves. Sin embargo, el peronismo tiene entre ceja y ceja la discusión por la ampliación de la Corte y el nombramiento de los auditores para la AGN, pero no quiere aguardar el recambio parlamentario.

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Nacionales
Milei le entregó a Bessent el plan económico y la campaña
Publicado
hace 14 horasel
11 de octubre de 2025
El término “salvataje” es un eufemismo técnico. La intervención es, de facto, una asunción de riesgo financiero por parte de Estados Unidos, por motivos geopolíticos.
Por Guillermo Michel para La Política On Line
Desde hace semanas, los anuncios sobre la economía argentina no se escriben en Buenos Aires sino en Washington. Scott Bessent, funcionario designado por la administración Trump, actúa como vocero de la calma y administrador del peso argentino. Su intervención trasciende la asistencia financiera: marca un punto de inflexión en la gestión actual, donde el gobierno nacional decidió correrse no solo de la política sino también de la gestión económica, entregándose a un funcionario norteamericano.
Los mensajes de Bessent en redes sociales tienen más impacto que cualquier comunicado del Banco Central o del Ministerio de Economía. Su declaración de que el Tesoro estadounidense está “preparado para tomar medidas excepcionales para proporcionar estabilidad a los mercados” funciona como un apoyo incondicional al peso argentino. Era el respaldo más grande que podía recibir en una situación crítica como la que atravesaba.
Pero el apoyo estadounidense nunca es gratis. No solo busca estabilizar el mercado: también sostiene, de manera indirecta, la campaña del oficialismo y, naturalmente, cobrará lo que le interesa. La lista es larga y, con seguridad, llegará la factura.
La estabilidad de mercado, así como la campaña electoral, hoy están en cabeza de Scott Bessent y Donald Trump, convertidos en los dos pilares de una carrera electoral que el gobierno delegó en la Casa Blanca. Las declaraciones de apoyo “irrestricto” de la administración Trump y la intervención directa del Tesoro americano son, en los hechos, la única campaña del oficialismo. No hay nada más.
Bessent habla más -y mejor- de la economía argentina que el propio equipo económico. Sus apariciones superan a las del presidente, y en materia de campaña se ha convertido en el principal vocero de la gestión.
La intervención de Estados Unidos no es solo un estabilizador económico; también es un distractor narrativo. Domina los medios y desplaza otras acusaciones a un segundo plano, con la esperanza de que ese blindaje mediático también alcance a lo electoral.
El origen de esta nueva ronda de préstamos de urgencia está en la desesperación financiera de un programa económico exhausto. El colapso del régimen cambiario era inminente y el fracaso rotundo del programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) empujó al gobierno a canjear gestión económica y electoral por unas semanas de calma de mercado.
Los síntomas del fracaso comenzaron cuando el Fondo priorizó el desembolso político sobre el cumplimiento técnico del programa. Parece prehistoria, pero los acuerdos con el FMI son cada vez peores. En el caso de Milei, el programa se firmó en marzo y, en agosto, ya había sido oficialmente abandonado con un tuit del ministro Caputo.
A pesar de los incumplimientos cambiarios y monetarios -reconocidos por el propio Fondo, que admitió una desviación de USD 3.600 millones en la meta de acumulación de reservas netas-, el organismo desembolsó USD 14.000 millones (12.000 millones en abril y otros 2.000 millones en agosto), equivalentes al 70% del programa total. Como corolario, el FMI flexibilizó sus condiciones de manera humillante: suspendió las revisiones de 2025, pospuso la acumulación de reservas hasta 2026 y difirió las metas originales hasta 2027.
La tensión cambiaria que vivimos desde hace más de un mes tiene entonces su raíz en ese mal diseño, no en la incertidumbre electoral. La narrativa oficial que culpa a la política es insostenible cuando el Banco Central mantiene reservas netas al mismo nivel que al inicio de la gestión, los dólares líquidos son prestados y la autoridad monetaria no logra conciliar baja de inflación con acumulación de reservas.
La caída de reservas -incluso después del préstamo de abril- precedió a las elecciones bonaerenses, y difícilmente se revierta tras el 26 de octubre. Si no hubieran aparecido los tuits de Bessent, hoy estaríamos viendo cómo el gobierno intenta contener una corrida cambiaria.
El salvataje de Estados Unidos fue la respuesta de última hora al colapso de un programa moribundo. Los USD 20.000 millones del acuerdo de abril fueron un fracaso anunciado. Hoy solo vemos sus consecuencias y esperamos los detalles del nuevo entendimiento que, por tercera vez en un año, promete “un puente” hacia un destino incierto.
El gobierno argentino ya demostró su falta de compromiso cuando, poco después del anuncio, el presidente modificó el programa y el ministro de Economía lo dio por muerto públicamente. Veremos si con el Tesoro americano la suerte es distinta, tras esta rendición incondicional que parece haber hecho nuestro primer mandatario.
El término “salvataje” es un eufemismo técnico. La intervención es, de facto, una asunción de riesgo financiero por parte de Estados Unidos, motivada tanto por intereses geopolíticos como por la conveniencia de apuntalar a un gobierno afín en un momento electoral sensible. No es difícil imaginar que Washington no habría hecho lo mismo por Brasil con Lula en el poder.
El uso del Exchange Stabilization Fund (ESF) en Argentina sienta un precedente peligroso para la diplomacia del dólar: convierte una herramienta técnica de estabilización en un instrumento de política exterior.
Aquí estamos: esperando ayuda, con una campaña dirigida desde Washington y un gobierno que ruega que los anuncios alcancen para que las bandas cambiarias sobrevivan unas semanas más. La pregunta abierta es cuánto tiempo más puede sostenerse un esquema que, en apenas cuatro meses, transitó una depreciación del 30%, ventas de reservas, intervención en el dólar futuro y la restitución del cepo para la compra de dólares por parte de personas físicas. Nada de eso alcanzó y ahora necesitamos al fabricante de dólares como garante para llegar a las elecciones.


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