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Gracias a un vacío legal permitido por Toto Caputo, hace siete meses que Barrick no paga retenciones por el oro que exporta

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El gobierno no actualizó las alicuotas y el vacío legal permite a la compañía eludir el impuesto. El rol de Sergio Arbeleche, asesor legal de Barrick Gold y del Ministerio de Economía.

Hace siete meses que el gigante minero Barrick Gold dejó de pagar retenciones por el oro sanjuanino que exporta al resto del mundo, gracias a un vacío legal que deja abierto el gobierno libertario. 

La minera canadiense es la transnacional minera dedicada a la extracción de oro a cielo abierto más grande del mundo. Su principal actividad en Argentina es la operación de la mina de oro Veladero, un Joint Venture con Shandong Gold. Veladero está en plena cordillera de los Andes, en el departamento de Iglesia, de San Juan y arrastra una historia negra de envenenamiento de suelos con cianuro.

Pese a eso, las exportaciones de oro de la Barrick nunca fueron interrumpidas. La suspensión del pago de derechos de exportación es consecuencia del vencimiento del marco regulatorio que establecía la cuota parte correspondiente, argumentan desde la empresa. En rigor los topes de los derechos de exportación están establecidos en la ley de minería vigente. Lo que se regula por decreto son las alicuotas.

Uno de los asesores legales de Barrick Gold es Sergio Arbeleche, con años en el estudio Bruchou y Funes de Rioja, que redactó el mega DNU y conduce la UIA. Arbeleche era el candidato de Nicolas Posse para conducir la Secretaría de Minería pero quedó en el camino cuando coronó Flavia Royón que venía de ser la secretaria de Energía de Sergio Massa.

Pese a quedar afuera del equipo económico Arbeleche es un asiduo visitante del Palacio de Hacienda, como otros socios del estudio Bruchou. “Arbeleche es muy cercano a Toto y asesora a Daniel González, el viceministro coordinador de Energía y Minería”, contó una fuente de Economía. 

Lo que se comenta en el sector es que el decreto de las regalías quedó enterrado gracias al lobby de Arbeleche. La incomodidad en la cartera de Minería es tal, que el secretario Luis Lucero amenazó varias veces con renunciar. 

“Lucero solo se dedica a viajar. Se le está desarmando toda la Secretaría porque está sin laburo, el equipo de Toto no lo tiene en cuenta”, graficó a LPO la fuente consultada. 

Respecto a la regulación de los derechos de exportación,  el gobierno de Mauricio Macri había quitado por completo las retenciones al inicio de su gestión. Desatada la crisis económica en 2018, el ex presidente volvió a aumentarlas hasta el 12%. Cuando asumió Alberto Fernández las redujo al 8% para proyectos de oro y plata. En sumultáneo implementó por decreto una retención máxima de 4,5% para otros metales. 

Este régimen es el que finalizó el 31 de diciembre del 2023. Tanto el CEO de la compañía, como el jefe de Sudamérica anunciaron el pasado 11 de abril en San Juan la extensión por 10 años de la vida útil de la mina sanjuanina, hasta el 2031, y coincidieron en que el rumbo macroeconómico fueron determinantes para tomar la decisión.

El director corporativo para Barrick Sudamérica, Marcelo Álvarez, dijo que la compañía “ve con muy buenos ojos las medidas que está tomando el presidente en términos de abrir la economía, de respetar las inversiones, de abrir las inversiones”.

 “Con estas nuevas medidas, el precio del oro alto y las inversiones que hemos realizado, gracias a Dios podemos anunciar que en vez de tener que acortar la vida, la vamos a expandir. Así son los ciclos de estos negocios. A veces un ciclo te termina agotando, y a veces un ciclo te termina dando el respiro para seguir adelante. Y hoy estamos en un ciclo donde vamos a seguir adelante apostándole a Iglesia y a San Juan”, dijo Álvarez en declaraciones al diario Tiempo de San Juan.

En enero del año pasado se reabrió la causa contra presunta evasión impositiva. La AFIP sostiene que la minera simuló sus pasivos para minimizar la contribución tributaria. En marzo del 2020 la Justicia Federal ordenó a Barrick pagar una multa millonaria por un diferencial de derechos de exportación en función a cantidades exportadas.

Pese a esto, Barrick se mueve aprovechando al máximo la escasa voluntad de control del gobierno libertario. “Las empresas tienen total libertad de acción. Por ejemplo, nadie controla el pesaje de lo exportado ni de lo importado, se trata de un tramite que simplemente es informado mediante declaración jurada”, indicó una fuente del sector. “Esto genera que las maniobras de subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones sean recurrente”, concluyó.

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Milei le entregó a Bessent el plan económico y la campaña

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El término “salvataje” es un eufemismo técnico. La intervención es, de facto, una asunción de riesgo financiero por parte de Estados Unidos, por motivos geopolíticos.

Por Guillermo Michel para La Política On Line

Desde hace semanas, los anuncios sobre la economía argentina no se escriben en Buenos Aires sino en Washington. Scott Bessent, funcionario designado por la administración Trump, actúa como vocero de la calma y administrador del peso argentino. Su intervención trasciende la asistencia financiera: marca un punto de inflexión en la gestión actual, donde el gobierno nacional decidió correrse no solo de la política sino también de la gestión económica, entregándose a un funcionario norteamericano.

Los mensajes de Bessent en redes sociales tienen más impacto que cualquier comunicado del Banco Central o del Ministerio de Economía. Su declaración de que el Tesoro estadounidense está “preparado para tomar medidas excepcionales para proporcionar estabilidad a los mercados” funciona como un apoyo incondicional al peso argentino. Era el respaldo más grande que podía recibir en una situación crítica como la que atravesaba.

Pero el apoyo estadounidense nunca es gratis. No solo busca estabilizar el mercado: también sostiene, de manera indirecta, la campaña del oficialismo y, naturalmente, cobrará lo que le interesa. La lista es larga y, con seguridad, llegará la factura.

La estabilidad de mercado, así como la campaña electoral, hoy están en cabeza de Scott Bessent y Donald Trump, convertidos en los dos pilares de una carrera electoral que el gobierno delegó en la Casa Blanca. Las declaraciones de apoyo “irrestricto” de la administración Trump y la intervención directa del Tesoro americano son, en los hechos, la única campaña del oficialismo. No hay nada más.

Bessent habla más -y mejor- de la economía argentina que el propio equipo económico. Sus apariciones superan a las del presidente, y en materia de campaña se ha convertido en el principal vocero de la gestión.

La intervención de Estados Unidos no es solo un estabilizador económico; también es un distractor narrativo. Domina los medios y desplaza otras acusaciones a un segundo plano, con la esperanza de que ese blindaje mediático también alcance a lo electoral.

El origen de esta nueva ronda de préstamos de urgencia está en la desesperación financiera de un programa económico exhausto. El colapso del régimen cambiario era inminente y el fracaso rotundo del programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) empujó al gobierno a canjear gestión económica y electoral por unas semanas de calma de mercado.

Los síntomas del fracaso comenzaron cuando el Fondo priorizó el desembolso político sobre el cumplimiento técnico del programa. Parece prehistoria, pero los acuerdos con el FMI son cada vez peores. En el caso de Milei, el programa se firmó en marzo y, en agosto, ya había sido oficialmente abandonado con un tuit del ministro Caputo.

A pesar de los incumplimientos cambiarios y monetarios -reconocidos por el propio Fondo, que admitió una desviación de USD 3.600 millones en la meta de acumulación de reservas netas-, el organismo desembolsó USD 14.000 millones (12.000 millones en abril y otros 2.000 millones en agosto), equivalentes al 70% del programa total. Como corolario, el FMI flexibilizó sus condiciones de manera humillante: suspendió las revisiones de 2025, pospuso la acumulación de reservas hasta 2026 y difirió las metas originales hasta 2027.

La tensión cambiaria que vivimos desde hace más de un mes tiene entonces su raíz en ese mal diseño, no en la incertidumbre electoral. La narrativa oficial que culpa a la política es insostenible cuando el Banco Central mantiene reservas netas al mismo nivel que al inicio de la gestión, los dólares líquidos son prestados y la autoridad monetaria no logra conciliar baja de inflación con acumulación de reservas.

La caída de reservas -incluso después del préstamo de abril- precedió a las elecciones bonaerenses, y difícilmente se revierta tras el 26 de octubre. Si no hubieran aparecido los tuits de Bessent, hoy estaríamos viendo cómo el gobierno intenta contener una corrida cambiaria.

El salvataje de Estados Unidos fue la respuesta de última hora al colapso de un programa moribundo. Los USD 20.000 millones del acuerdo de abril fueron un fracaso anunciado. Hoy solo vemos sus consecuencias y esperamos los detalles del nuevo entendimiento que, por tercera vez en un año, promete “un puente” hacia un destino incierto.

El gobierno argentino ya demostró su falta de compromiso cuando, poco después del anuncio, el presidente modificó el programa y el ministro de Economía lo dio por muerto públicamente. Veremos si con el Tesoro americano la suerte es distinta, tras esta rendición incondicional que parece haber hecho nuestro primer mandatario.

El término “salvataje” es un eufemismo técnico. La intervención es, de facto, una asunción de riesgo financiero por parte de Estados Unidos, motivada tanto por intereses geopolíticos como por la conveniencia de apuntalar a un gobierno afín en un momento electoral sensible. No es difícil imaginar que Washington no habría hecho lo mismo por Brasil con Lula en el poder.

El uso del Exchange Stabilization Fund (ESF) en Argentina sienta un precedente peligroso para la diplomacia del dólar: convierte una herramienta técnica de estabilización en un instrumento de política exterior.

Aquí estamos: esperando ayuda, con una campaña dirigida desde Washington y un gobierno que ruega que los anuncios alcancen para que las bandas cambiarias sobrevivan unas semanas más. La pregunta abierta es cuánto tiempo más puede sostenerse un esquema que, en apenas cuatro meses, transitó una depreciación del 30%, ventas de reservas, intervención en el dólar futuro y la restitución del cepo para la compra de dólares por parte de personas físicas. Nada de eso alcanzó y ahora necesitamos al fabricante de dólares como garante para llegar a las elecciones. 

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