Nacionales
Lanzaron la app SUBE Digital en 61 localidades, ahora se podrá pagar el colectivo con el celular
Publicado
hace 1 añoel

Es una nueva forma de pago que opera independientemente de la tarjeta física. Los detalles de cómo funciona el nuevo sistema y qué pasará con las tarifas sociales y descuentos en los transbordos.
Este miércoles entrará gradualmente en funcionamiento la nueva app SUBE Digital en 61 localidades del país, que le permitirá a los usuarios pagar el boleto de colectivo con su celular, sin la necesidad de tener datos móviles o conexión Wifi. Se trata de un sistema innovador, independiente de la clásica tarjeta, que pretende modernizar la carga de saldo y el control de los viajes. En esta primera etapa el nuevo método tendrá algunas limitaciones.
El primer paso para pagar el boleto de colectivo con el celular es descargarse la aplicación. Está disponible solamente para celulares con tecnología NFC y Android 8 en adelante. Una vez dentro, el usuario tendrá que validar su identidad y se le creará una tarjeta digital que funciona independientemente del plástico.
Ese decir que se podrá tener en la app las dos tarjetas, con saldos separados. La SUBE física seguirá siendo utilizable como siempre, más allá de que se vincule o no con el sistema digital. “Queremos incrementar la cantidad de formas de pago, no sustituir”, explicaron desde Nación Servicios, la empresa que administra el Sistema Único de Boleto Electrónico.
Las autoridades insisten que la actualización de la app se inicia hoy, pero irá incluyendo paulatinamente a los celulares aptos. No estará funcional en todos los celulares al mismo tiempo, muchos deberán a esperar para que el sistema de su teléfono móvil se ponga al día.
Quienes tengan Tarifa Social o algún tipo de beneficio deberán elegir si lo quieren mantener en la app o en la tarjeta física. “Se bloqueó la posibilidad de que esté vigente en las dos al mismo tiempo para evitar avivadas”, detallaron las fuentes consultadas. Está permitido traspasar el subsidio de un lado a otro dos veces al mes, como máximo.
Cómo se paga el boleto
El objetivo del nuevo sistema es que pagar con el celular sea igual de rápido y simple que con la tarjeta. No hace falta aclarar al chofer cómo se va a abonar el boleto. Incluso no es necesario entrar a la app para hacer el pago: con solo acercar el celular al lector (la pantalla, aunque bloqueada, debe estar prendida) es suficiente.
El teléfono tiene que haber estado conectado a internet al menos una vez en las últimas 12 horas. Los usuarios pueden ver esto en la sección “Estado” que tiene la app, que muestra una cuenta atrás y puede ser actualizada en cualquier momento.
El pago digital también tiene como novedad que cambiará la lógica del saldo negativo. “Originalmente esto se pensó para que el ciudadano pueda hacer los viajes que necesite hasta llegar a la terminal de carga más cercana, y como ahora se puede sumar saldo desde el celular ya no es necesario”, comentó a este medio uno de los funcionarios que participó del desarrollo.
De esta manera, para pagar cualquier pasaje será necesario tener saldo positivo. Por ejemplo, si la tarjeta digital tiene $100 y el boleto cuesta $371, la cuenta quedará en $-271 y no se podrá volver a usar hasta que se salde esa deuda. Pero esa misma tarifa no se podrá abonar si la SUBE virtual tiene, por ejemplo, $-10. Ya no rige el tope de $-480.
Cómo se carga saldo
La SUBE Digital permite vincular billeteras virtuales y tarjetas de débito y crédito para ingresar dinero en la tarjeta. Se puede hacer en pocos pasos y sin la necesidad de acreditar la carga. Lo primero que ve el usuario al entrar a la app son sus tarjetas, con el número de identificación y la cantidad de saldo disponible.
Según confirmaron fuentes oficiales, la tecnología de la app está preparada para que en un futuro se pueda pagar el boleto directamente con esas billeteras virtuales o tarjetas bancarias.
Además, desde ahora se puede cargar hasta $40.000 de una sola vez.
Otro beneficio de la app es que exhibe el historial de viajes que hizo el usuario y cuánto pagó cada boleto, una opción que permite llevar más fácilmente un registro de los gastos en el transporte público.
Por ahora, algunas limitaciones
En esta primera etapa, el pago digital tendrá algunas contras en comparación con el método de pago clásico. Por ejemplo, no está disponible el descuento de la Red SUBE, beneficio que, tras los cambios que decretó la secretaría de Transporte en agosto, mantienen sólo las líneas bajo jurisdicción nacional -es decir, que circulan tanto en CABA como en la provincia de Buenos Aires- y las que realizan sus recorridos en forma íntegra dentro de la Capital Federal. El beneficio ya no rige para los servicios que se mueven exclusivamente en territorio bonaerense únicamente cuando se inicie un viaje en esas líneas (el detalle es complejo, no rige para quienes inicien, por ejemplo, un viaje en CABA y combinen luego con una línea de colectivos bonaerense, pero sí a la inversa, por ejemplo iniciar el viaje en una línea bonaerense y luego continuar en tren o en un colectivo de jurisdicción nacional).
Además se podrá usar nada más en colectivos. Los molinetes de subtes y trenes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) no tienen integrada la tecnología NFC.
Desde Nación Servicios explicaron que ya están trabajando para que estas dos limitaciones se resuelvan en la segunda etapa del proyecto. Más adelante también prevén incluir en el sistema virtual a las lanchas del Delta del Paraná, que de momento se seguirán pagando con la tarjeta física.
Lo mismo sucede con la accesibilidad al nuevo método para quienes tengan celulares de Apple. Desde SUBE aguardan a que la empresa estadounidense libere el sistema NFC para terceros, algo que hasta ahora no permiten por razones de seguridad.
Ya hubo pruebas piloto en el interior
En septiembre de 2023 se lanzó la primera prueba de la SUBE Digital en Neuquén. Paulatinamente fueron replicando la metodología en algunas localidades del interior, e incluso lo llevaron a escala provincial en Chubut.
A fines de agosto empezó a funcionar por primera vez en dos grandes urbes: Rosario y Mendoza, donde todos los días circulan 2.100 colectivos. En 15 días se dieron de alta en la app 8.000 nuevos usuarios. Dado el éxito que tuvieron los ensayos se decidió lanzar la nueva forma de pago para todo el territorio nacional, que ya está disponible para los más 20 millones de pasajeros que usan colectivos a lo largo y ancho del país.
Infobae

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Milei le entregó a Bessent el plan económico y la campaña
Publicado
hace 20 horasel
11 de octubre de 2025
El término “salvataje” es un eufemismo técnico. La intervención es, de facto, una asunción de riesgo financiero por parte de Estados Unidos, por motivos geopolíticos.
Por Guillermo Michel para La Política On Line
Desde hace semanas, los anuncios sobre la economía argentina no se escriben en Buenos Aires sino en Washington. Scott Bessent, funcionario designado por la administración Trump, actúa como vocero de la calma y administrador del peso argentino. Su intervención trasciende la asistencia financiera: marca un punto de inflexión en la gestión actual, donde el gobierno nacional decidió correrse no solo de la política sino también de la gestión económica, entregándose a un funcionario norteamericano.
Los mensajes de Bessent en redes sociales tienen más impacto que cualquier comunicado del Banco Central o del Ministerio de Economía. Su declaración de que el Tesoro estadounidense está “preparado para tomar medidas excepcionales para proporcionar estabilidad a los mercados” funciona como un apoyo incondicional al peso argentino. Era el respaldo más grande que podía recibir en una situación crítica como la que atravesaba.
Pero el apoyo estadounidense nunca es gratis. No solo busca estabilizar el mercado: también sostiene, de manera indirecta, la campaña del oficialismo y, naturalmente, cobrará lo que le interesa. La lista es larga y, con seguridad, llegará la factura.
La estabilidad de mercado, así como la campaña electoral, hoy están en cabeza de Scott Bessent y Donald Trump, convertidos en los dos pilares de una carrera electoral que el gobierno delegó en la Casa Blanca. Las declaraciones de apoyo “irrestricto” de la administración Trump y la intervención directa del Tesoro americano son, en los hechos, la única campaña del oficialismo. No hay nada más.
Bessent habla más -y mejor- de la economía argentina que el propio equipo económico. Sus apariciones superan a las del presidente, y en materia de campaña se ha convertido en el principal vocero de la gestión.
La intervención de Estados Unidos no es solo un estabilizador económico; también es un distractor narrativo. Domina los medios y desplaza otras acusaciones a un segundo plano, con la esperanza de que ese blindaje mediático también alcance a lo electoral.
El origen de esta nueva ronda de préstamos de urgencia está en la desesperación financiera de un programa económico exhausto. El colapso del régimen cambiario era inminente y el fracaso rotundo del programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) empujó al gobierno a canjear gestión económica y electoral por unas semanas de calma de mercado.
Los síntomas del fracaso comenzaron cuando el Fondo priorizó el desembolso político sobre el cumplimiento técnico del programa. Parece prehistoria, pero los acuerdos con el FMI son cada vez peores. En el caso de Milei, el programa se firmó en marzo y, en agosto, ya había sido oficialmente abandonado con un tuit del ministro Caputo.
A pesar de los incumplimientos cambiarios y monetarios -reconocidos por el propio Fondo, que admitió una desviación de USD 3.600 millones en la meta de acumulación de reservas netas-, el organismo desembolsó USD 14.000 millones (12.000 millones en abril y otros 2.000 millones en agosto), equivalentes al 70% del programa total. Como corolario, el FMI flexibilizó sus condiciones de manera humillante: suspendió las revisiones de 2025, pospuso la acumulación de reservas hasta 2026 y difirió las metas originales hasta 2027.
La tensión cambiaria que vivimos desde hace más de un mes tiene entonces su raíz en ese mal diseño, no en la incertidumbre electoral. La narrativa oficial que culpa a la política es insostenible cuando el Banco Central mantiene reservas netas al mismo nivel que al inicio de la gestión, los dólares líquidos son prestados y la autoridad monetaria no logra conciliar baja de inflación con acumulación de reservas.
La caída de reservas -incluso después del préstamo de abril- precedió a las elecciones bonaerenses, y difícilmente se revierta tras el 26 de octubre. Si no hubieran aparecido los tuits de Bessent, hoy estaríamos viendo cómo el gobierno intenta contener una corrida cambiaria.
El salvataje de Estados Unidos fue la respuesta de última hora al colapso de un programa moribundo. Los USD 20.000 millones del acuerdo de abril fueron un fracaso anunciado. Hoy solo vemos sus consecuencias y esperamos los detalles del nuevo entendimiento que, por tercera vez en un año, promete “un puente” hacia un destino incierto.
El gobierno argentino ya demostró su falta de compromiso cuando, poco después del anuncio, el presidente modificó el programa y el ministro de Economía lo dio por muerto públicamente. Veremos si con el Tesoro americano la suerte es distinta, tras esta rendición incondicional que parece haber hecho nuestro primer mandatario.
El término “salvataje” es un eufemismo técnico. La intervención es, de facto, una asunción de riesgo financiero por parte de Estados Unidos, motivada tanto por intereses geopolíticos como por la conveniencia de apuntalar a un gobierno afín en un momento electoral sensible. No es difícil imaginar que Washington no habría hecho lo mismo por Brasil con Lula en el poder.
El uso del Exchange Stabilization Fund (ESF) en Argentina sienta un precedente peligroso para la diplomacia del dólar: convierte una herramienta técnica de estabilización en un instrumento de política exterior.
Aquí estamos: esperando ayuda, con una campaña dirigida desde Washington y un gobierno que ruega que los anuncios alcancen para que las bandas cambiarias sobrevivan unas semanas más. La pregunta abierta es cuánto tiempo más puede sostenerse un esquema que, en apenas cuatro meses, transitó una depreciación del 30%, ventas de reservas, intervención en el dólar futuro y la restitución del cepo para la compra de dólares por parte de personas físicas. Nada de eso alcanzó y ahora necesitamos al fabricante de dólares como garante para llegar a las elecciones.


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