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Villarruel sospecha que la espían y blindó el Senado con un anillo de inteligencia y seguridad

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La vicepresidenta contrató a un militar retirado para extremar los controles en el Senado, donde ahora impera un clima policial.

La vicepresidenta, Victoria Villarruel, instrumentó un férreo control policial y de inteligencia en el Senado en un clima de extrema paranoia por la pelea con Milei y en especial con Santiago Caputo, que controla la SIDE. 

El jefe de Seguridad del Senado, Claudio Gallardo, realiza de manera sistemática operativos de barrido en búsqueda de micrófonos ocultos en el despacho de Villarruel, que ya son el comentario obligado entre senadores, asesores y trabajadores de la casa.

Al menos una vez por semana, una decena de agentes de inteligencia ingresan a la Cámara Alta con valijas sofisticadas para escanear las oficinas de la Vicepresidenta. “Van a lo de Villarruel y después se van directamente al anexo, a la dirección de Informática”, confirmó a LPO un asesor del Senado, con años en la casa.

En el Senado comentan que a medida que escala la confrontación de Villarruel con la Casa Rosada, crece la paranoia en el entorno de la vicepresidenta en el Senado. Un senador aliado confirmó a LPO que Villarruel “sospecha que la pueden estar espiando”. Por eso, el entorno de la titular de la cámara alta encargó la sensible tarea de vigilar y controlar el Seando a Gallardo, quien llegó al Palacio del Congreso después de haberse desempeñado en el área de Inteligencia del Ejército durante el mandato de Mauricio Macri.

El problema es que la escalada paranoica del entorno de la vice ya empezó a incomodar a los senadores y sus asesores, que ahora tienen que trabajar en un clima policial que no era habitual en la cámara alta.

En la sesión del jueves pasado, cuando la oposición aplastó a los libertarios, el personal de seguridad impidió el ingreso de periodistas y reporteros gráficos al Congreso hasta que arrancó la sesión. “Tenemos la orden de habilitar el ingreso solamente si hay quórum”, transmitían sin siquiera permitir el acceso a la Sala de Prensa, algo nunca visto en democracia.

El clima es tan espeso que un senador cercano a la vice también pidió a una empresa privada que revisen su despacho para ver si encontraban dispositivos de escucha. Varios senadores reconocieron a LPO que ya no hablan de temas sensibles en el comedor del Senado, un lugar que solía ser bastante reservado para las conversaciones políticas, por la sospecha de que allí los “escuchan”.

Los senadores Camau, Vischi y Di Tullio en la sesión de la semana pasada.

Una senadora admitió ante LPO que en las últimas semanas se produjo una agudización del asedio de Gallardo. “Los de Seguridad controlan los movimientos de los empleados pero detectamos que, además, se van informando dónde estamos los senadores, si entramos a un despacho o al otro o si recibimos a tal o cual”, dijo a este medio.

Si bien no hubo hasta el cierre de esta nota un aviso formal o una resolución que justificara el nuevo celo de Villarruel por los desplazamientos de los legisladores dentro de la casa, la medida se suma a otras que impactan en el desempeño de las tareas parlamentarias. Según un senador peronista, se implementó un sistema de ciberpatrullaje y se puso “más control en las computadoras de todas las oficinas con una doble validación para poder acceder a ellas”.

Otro detalle confirma el nuevo clima policial: se desarrolló un mecanismo de notificación interna por el cual en la pantalla de televisión de cada despacho se puede ver qué senadores se encuentran en el Palacio y quiénes no. “Aparecemos en ese tablero buchón o pantalla alcahueta que avisa que estamos en la casa”, se quejó una senadora.

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En el escrutinio definitivo el peronismo acortó al diferencia a 0,3 por ciento y ahora lamentan no haber hecho campaña

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El conteo final de los votos Fuerza Patria achicó la brecha a unos 20.000 votos, pero no cambia el reparto de bancas.

El resultado del escrutinio definitivo en la provincia de Buenos Aires activó una tardía autocrítica en el peronismo bonaerense. La Justicia Electoral culminó este miércoles el conteo de los votos y la diferencia con La Libertad Avanza se achicó a un ínfimo 0,3 por ciento. La diferencia fue de apenas 29.354 votos, sobre un total de más de 9 millones de sufragios. El recuento igual no altera el reparto de bancas.

El dato echó sal en las heridas del peronismo que sigue inmerso en un pase de facturas internas sobre el resultado. “Fue un error abandonar la campaña entre septiembre y octubre, nos confiamos”, afirmó un importante intendente del Conurbano.

La resolución de la Secretaría Electoral Nacional fija en 3.649.988 los votos para Diego Santilli y en 3.620.634 los votos para Jorge Taiana, el candidato de Fuerza Patria. La diferencia fue menor a los 46.600 que arrojaba el escrutinio provisorio.

De este modo, de las 35 bancas de diputados nacionales que se ponían en juego los libertarios se quedaron con 17, el peronismo con 16 y el Frente de Izquierda con dos.

El triunfo de La Libertad Avanza sobre el peronismo fue sorpresivo y revirtió la derrota por 13 puntos de los libertarios en la elección de septiembre -apenas 50 días antes- durante la elección donde se elegían legisladores provinciales y concejales. 

En el análisis interno adjudican la caída a varios factores: el miedo de la sociedad a un 2001 porque veían al gobierno de Milei débil, un candidato flojo como Taiana, la polarización al desaparecer terceras opciones que le sacaban votos a los libertarios como la lista de los Passaglia y de Somos y la desmovilización de los intendentes. 

“Todo eso es cierto, pero si Axel se hubiera puesto fuerte sobre la campaña podíamos haber remontado unos puntos”, afirmó el intendente consultado que agregó “raro que no lo hiciera, tendiendo en cuenta el impcato de esta elección en su proyecto presidencial”.

El escrutinio definitivo estuvo a cargo del presidente de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, Jorge Eduardo Di Lorenzo, la presidenta de la Suprema Corte provincial, Hilda Kogan, y del juez federal con competencia electoral con asiento en La Plata, Alejo Ramos Padilla.

Entre las sorpresas se destaca la mala elección de Provincias Unidas, la alianza federal que encabezó Florencio Randazzo que no llegó al piso para renovar su banca y que incluso quedó debajo de Propuesta Federal para el Cambio, el sello que llevó como candidato al abogado Fernando Burlando.

Dentro del abanico neo peronista, el sector que quedó mejor posicionado fue el Partido Nuevo Buenos Aires, que encabezó Santiago Cúneo.

En tanto, La lista de Fernando Gray (Unión Federal) consiguió 79.215 votos que le restaron a Fuerza Patria y que le hubiera alcanzado para ganar la elección en la provincia de Buenos Aires. En la elección de septiembre, el intendente de Esteban Echeverría formó parte de la alianza Fuerza Patria.

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