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El consumo de leche muestra una leve señal de recuperación

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La producción de leche aumentó a partir de las mejoras en las condiciones climáticas y se revirtió la caída en el consumo. Con mayor oferta en el mercado e inflación con tendencia a la baja, el sector cierra el año con buenas expectativas.

El consumo de lácteos en Argentina comenzó a mostrar señales de recuperación, pero con matices que reflejan las tensiones económicas que atraviesa el país. En la industria láctea ocurre lo mismo que en el resto de las cadenas productivas: empieza a verse una mejora en los indicadores económicos pero los costos y la presión impositiva erosionan en gran medida esa recuperación.

El Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), acaba de publicar un informe en el que analiza lo ocurrido hasta el mes de octubre y advierte que las ventas en el mercado interno registraron un leve crecimiento mensual. Sin embargo, los productos de mayor valor agregado, como quesos duros y postres lácteos, siguen en caída, evidenciando un cambio en los hábitos de consumo.

Es que la industria láctea es un termómetro de la situación económica de las familias argentinas. En tiempos de ajuste, las decisiones de compra tienden a priorizar productos esenciales sobre aquellos percibidos como superfluos o premium. Este fenómeno, conocido como primarización del consumo, se está observando con claridad en las tendencias de ventas del sector.

Los datos del informe del OCLA muestran que las ventas totales en litros de leche equivalente crecieron un 4,5% respecto al mes anterior. No obstante, al comparar con octubre de 2023, la caída alcanza el 9,4%, marcando un escenario de recuperación parcial tras fuertes contracciones. En lo que va del año, el acumulado enero-octubre refleja una baja del 10,8% en litros de leche equivalente, lo que da cuenta de un contexto económico adverso que limita el consumo.

Alejandro Sammartino, consultor y director de Infortambo aseguró a Ámbito que “es cierto que el consumo cayó violentamente como consecuencia de la caída de la capacidad de compra en los ingresos de la población, más aún en un contexto de gran demanda de leche por parte de la exportación durante los primeros meses del año. Sin embargo, como la reducción de la inflación aumenta el ingreso de la población, es esperable una recuperación parcial del consumo. A esto hay que sumarle que comenzó a recuperarse la producción y habrá más oferta de leche que ira al mercado interno porque el negocio de exportación ya no luce como en el inicio de año por el retraso del tipo de cambio.

La explicación de Sammartino va en sintonía con lo que ocurrió con los productos básicos, como la leche fluida y los quesos blandos, que lograron resistir mejor los embates de la realidad, sostenidos por su rol central en la dieta cotidiana. En contraposición, los quesos duros, los postres y los yogures muestran en el informe citado las mayores caídas, evidenciando que los consumidores están ajustando su presupuesto hacia opciones más económicas.

Precios, inflación y poder adquisitivo

La relación entre los precios de los lácteos y los ingresos de las familias es uno de los factores clave detrás de esta dinámica. Tras un 2023 caracterizado por incrementos significativos en los precios, el sector experimentó cierta estabilización durante 2024. Sin embargo, los valores minoristas siguen siendo elevados en términos relativos, manteniendo a los productos de mayor valor agregado fuera del alcance de muchas familias.

El informe destaca que, si bien se registró una leve mejora en el poder adquisitivo en términos de litros de leche equivalente, esto no fue suficiente para revertir por completo la caída del consumo. Los datos del OCLA confirman que las familias argentinas están optando por productos más baratos o sustitutos, como bebidas lácteas y margarinas, que ofrecen precios más accesibles pero no siempre igualan el valor nutricional de los lácteos tradicionales.

Este contexto no solo impacta en el consumo interno, sino también en la rentabilidad de los productores y las industrias lácteas. Los márgenes de ganancia se ven comprimidos, especialmente en segmentos que requieren mayor inversión en procesamiento, como los quesos duros.

Pablo Villano, titular de APYMEL, aseguró en diálogo con Ámbito que “hay dos problemas que debe resolver la cadena, el primero esta relacionado al consumo en el mercado interno, que no solo no aumenta, sino que se mantiene en los mismos niveles o apenas aumenta el consumo de leche. Por otra parte, a la exportación no le cierran los números -los exportadores dicen que están 500 dólares por debajo del punto de indiferencia- y eso que los precios internacionales son uno de los más altos en términos históricos”.

“Pero el problema mayor son los costos, por eso se están revisando los costos de las industrias y de los tambos, se está haciendo un estudio del tema impositivo en toda la cadena y si bien aún no hay resultados definitivos, lo de los impuestos lo debemos trabajar con los gobiernos locales, provinciales y nacional. A eso se le suman otras cuestiones como por ejemplo el costo laboral -no el salarial- y el energético, porque hay tarifas que se multiplicaron por cuatro. Por último el precio del combustible, que se incrementó en forma exponencial”, completa.

Una recuperación a paso lento

La leve mejora en las ventas internas de lácteos es una señal alentadora, pero insuficiente para revertir la tendencia de contracción observada en los últimos años. Los consumidores, presionados por la inflación y la pérdida de poder adquisitivo, siguen priorizando los productos esenciales sobre aquellos de mayor valor agregado.

Con el tiempo, y dependiendo de cómo evolucione el poder adquisitivo, es posible que los productos premium vuelvan a ganar espacio en la mesa de los argentinos. Por ahora, el camino parece estar marcado por el consumo moderado y el enfoque en lo esencial.

El desafío para la industria es consolidar esta recuperación incipiente, logrando un equilibrio entre precios, consumo y producción que permita mantener la sostenibilidad del sector. En un contexto de incertidumbre económica, la resiliencia y la capacidad de adaptación serán determinantes para garantizar el acceso de los argentinos a productos lácteos de calidad.

Y por supuesto, impulsando la exportación. Para eso habrá que recorrer un largo camino en la reducción de costos (con los impuestos a la cabeza) para encontrar soluciones que permitan aumentar la rentabilidad de las empresas porque al día de hoy los costos aumentaron mucho mas que la devaluación del 2% mensual. Esta realidad la viven decenas de rubros en la actividad económica, donde la lechería no queda exenta a pesar de que el sector ya no tiene retenciones.

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Bronca en Bunge con Caputo porque les madrugó Profertil: Amenazan con no liquidar

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Toto Caputo y Daniel González se metieron un una pelea de pesos pesado que amenaza con complicar la liquidación de la soja. En la conducción del gigante multinacional del comercio de granos Bunge hay bronca con el equipo económico. Entienden que Caputo y su viceministro usaron el poder del Estado para correrlos de la pulseada por Profertil, una empresa absolutamente estratégica para su negocio.

Como reveló LPO, Daniel Gonzalez, viceministro a cargo de la política energética del gobierno, es a la vez director de Adecoagro, la empresa que se quedó con Profertil, la principal productora de urea, el fertilizante ineludible en la producción de soja. La urea se produce con gas, un insumo crítico que regula el propio González desde su cargo. “El conflicto de intereses es clarísimo, está de los dos lados del mostrador”, afirmó a LPO el directivo de una empresa agropecuaria.

Esta semana Nutrien, la multinacional canadiense, acordó la venta de su 50% en Profertil a Adecoagro. Pero en el sector comentan que las ofertas presentadas por Corporación América y Bunge eran superadoras y por algún motivo fueron descarriladas del proceso.

Así, en medio de la crisis del Gobierno por la paliza en las elecciones bonaerenses, Caputo no perdió el tiempo y bajo su mirada se cerró de manera muy opaca uno de los negocios más lucrativos del campo en beneficio de su viceministro. Como era obvio, pasó casi desapercibida en la convulsionada agenda pública.

La transacción altera de un plumazo quién controla una parte esencial de la producción nacional de fertilizantes. ¿Por qué interesaba tanto ese activo? Porque Profertil no es cualquier planta: produce más de un millón de toneladas anuales de urea y cientos de miles de toneladas de amoníaco, y abastece buena parte de la demanda interna de nitrógeno para el cultivo. En la jerga del sector es “la fábrica de fertilizantes” del país. 

El gigante agroexportador era candidato natural para quedarse con Profertil pero, como reveló LPO, el ministro logró que se la quede Adecoagro, empresa que tiene como director a su mano derecha Daniel González.

Para la lógica industrial, integrar la cadena, tener producción de fertilizantes además de comercialización y exportación, aumenta márgenes y reduce riesgos logísticos. Por eso, Bunge era vista por muchos como “candidata natural” para entrar en Profertil: por tamaño, trayectoria y la posibilidad de capturar valor agregado en toda la cadena. 

La venta forzada de Profertil a Adecoagro, propiedad de una empresa de criptomonedas, convulsionó al sector. “Los más enojados dicen que hay que empezar a frenar la liquidación”, afirmó a LPO un consultor de las grandes empresas del sector.

La razón técnica por la que el viceministro y máximo responsable del área energética, Daniel González, está de los dos lados del mostrador es simple. Profertil produce urea, la urea nace del amoníaco, y para fabricar amoníaco la industria usa gas natural como insumo principal, no solo como fuente de energía sino como materia prima. González es en los hechos el último regulador del gas y quien define los contratos que reciben las industrias.

La planta de Profertil en Bahía Blanca.

La propia planta en Bahía Blanca demanda del orden de 2,5 millones de metros cúbicos de gas por día para sostener su producción. Cuando el gas sube de precio o cuando el abastecimiento es incierto, la cuenta de resultados de la planta se mueve con fuerza. 

Y ahí entra el Estado: el Plan Gas organiza incentivos, contratos y pagos. Es decir, decide quién se queda con que parte del gas que llega desde la cuenca neuquina y, en menor medida, desde la cuenca austral, por la red troncal de gasoductos que también controla el Estado. 

Las empresas del complejo agroexportador están furiosas porque además el paquete mayoritario de las acciones de  Adecoagro está en manos de un grupo vinculado a actores del mundo cripto mediante la firma Tether. No hay que explicar la tortuosa relación del mundo cripto con el gobierno de Milei. “Jugada turbia”, sintetizó un actor importante del agro. 

“Adecoagro responde a intereses del sector financiero, muy alejados del desarrollo del país”, agregó a LPO un empresario del sector. 

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